El candidato más votado de La Libertad Avanza en Casilda, conocido por su perfil cargado de humor en redes, volvió a las plataformas con su estilo habitual: memes y sarcasmo. Esta vez apuntando a sus adversarios políticos tras las elecciones.

Enrique “Kike” Blúa, quien se impuso con 4.006 votos en los comicios del pasado domingo, no tardó en volver al ruedo digital. Fiel a su estilo, menos de 48 horas después de confirmarse su triunfo, reapareció en sus redes con publicaciones irónicas dirigidas a quienes no lograron ingresar al Concejo. 

Con ese resultado, La Libertad Avanza consiguió dos bancas en el cuerpo legislativo casildense. Sin embargo, su forma de celebrar reabrió un viejo debate: ¿es apropiado que un funcionario electo ridiculice públicamente a sus rivales?

Del humor digital al Concejo

Dueño de una cuenta de Instagram con más de 17 mil seguidores, Blúa construyó su imagen pública a base de publicaciones satíricas y comentarios filosos. Ese perfil digital, tan alejado del político tradicional, lo catapultó a la candidatura y, ahora, a una banca en el Concejo. Pero sus reacciones postelectorales —lejos de cualquier gesto de unidad— volvieron a dividir aguas.

Cuando el cargo obliga a repensar el rol público

El caso recuerda lo ocurrido con el concejal Mauricio Maroevich, quien años atrás decidió dar un paso al costado de su labor como periodista al asumir su banca, en un intento por evitar conflictos de interés y preservar su neutralidad institucional. Esa decisión abre la puerta a un interrogante que ahora también alcanza a Blúa: ¿debería repensar el uso de su popular perfil como “memero” político, ahora que representa a todos los casildenses?

Entre la sátira y la responsabilidad

Las redes sociales pueden ser una herramienta poderosa en política: acercan, descontracturan, generan empatía. Pero también pueden transformarse en espacios de confrontación que poco aportan al diálogo democrático. 

Como concejal electo, Blúa enfrenta un desafío que va más allá de los ‘likes’. Tiene que definir si seguirá siendo el personaje provocador que construyó en internet o si elegirá asumir plenamente el rol institucional que hoy le toca.

Porque más allá del humor y del juego político, la pregunta de fondo sigue en el aire: ¿el sarcasmo fortalece el debate o termina debilitándolo?

Casilda ya decidió quiénes ocuparán las bancas. Ahora espera ver cómo las ocuparán. Y, sobre todo, si quienes las ganaron estarán a la altura del lugar que les dio la ciudadanía.