Se cumplen 43 años del hundimiento del ARA General Belgrano
El 2 de mayo de 1982, el mar se tragó una de las historias más dolorosas de la Guerra de Malvinas. Pasaban apenas algunos minutos de las 16 cuando el ARA General Belgrano, un crucero argentino que navegaba fuera del área de exclusión establecida durante el conflicto, fue atacado por el submarino nuclear británico HMS Conqueror. La orden había sido dada por la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher.
La embarcación, ícono de la Armada Argentina, llevaba a bordo a unos 1.100 tripulantes. Muchos eran jóvenes, casi adolescentes. El ataque fue devastador. En pocos minutos el buque empezó a inclinarse, herido de muerte. De aquel infierno salieron con vida poco más de 770 hombres. Otros 323 nunca regresaron a tierra firme.
El hundimiento del Belgrano no sólo representó una de las mayores tragedias navales de la historia argentina, sino que también abrió una herida política y moral que todavía no cicatriza. Se trató de una acción fuera del marco acordado de la guerra, una decisión que para muchos fue cobarde y desmedida, y que marcó un punto de no retorno en el conflicto por las islas del Atlántico Sur.
A 43 años del ataque, el recuerdo sigue latiendo en la memoria de los familiares, los sobrevivientes y de todo un país. El General Belgrano es, hasta hoy, la única nave en el mundo que fue hundida por un submarino nuclear en el contexto de una guerra. Y su historia —de servicio, de coraje y de tragedia— sigue flotando como un símbolo del costo humano de la guerra.