Argentina se quedó con un partido tiempo extraordinario en la Final del Mundo, con goles de Messi y de Di María. Los de Scaloni demostraron cómo se juega una final, salieron a comerse al campeón y, sobre todo, supieron responder ante la adversidad.

A mitad de los primeros 45 minutos, Deschamps hizo dos cambios para intentar sacarla la pelota a la selección, que no negoció la actitud, pero tampoco el buen juego.

Desde un comienzo se vio una Argentina adelantada, que proponía más que Francia. Así, poco a poco, el equipo fue jugando cada vez más cerca de Lloris, y comenzó a inquietar a la defensa gala.

En uno de los tantos desbordes por izquierda, Di María dejó en el camino a Dembelé y luego fue derribado dentro del área por el jugador del Barcelona. El árbitro polaco señaló el punto de penal, Messi tomó la pelota, y en uno de los momentos más importantes de su vida, lo cambió por gol para el delirio del Luisail.

Con el resultado a favor, los de Scaloni no se retrasaron, notaron que al rival le costaba reaccionar ante el golpe, y aprovecharon la situación.

Argentina siguió atacando con un Di María endiablado, que fue la figura de la primera mitad. Mac Allister y Enzo Fernández se adueñaron del mediocampo para darle más sostén al seleccionado.

En una jugada aislada, Messi aguantó bien, lo vio a Julián, y el Araña lo puso a correr a Mac Allister, que asistió a Angelito para que le gane el pie a mano al arquero del Tottenham y ponga el 2 a 0.

El equipo argentino jugó la mejor primera mitad del Mundial y le sacó provecho. Se fue a las duchas arriba por dos, y con un Francia que no encontró reacción. Deschamps metió dos cambios después del segundo: lo sacó a Giroud y a Dembelé, y puso a Thuram y a Solo Muani.