Momento más emotivo se vivió el último domingo en la cancha de Argentino de Rosario. Más allá del encuentro entre el local y Puerto Nuevo, la atención estuvo puesta en lo que aconteció en la previa con la presencia de Nazareno Bartomioli. El joven atacante casildense, que integra las filas del Salaito, concluyó su proceso de quimioterapia hace algunas semanas y recibió el afecto de toda su afición.

En octubre del 2020, en plena pandemia, el delantero formado en Unión Casildense fue diagnosticado con un osteosarcoma en una de sus rodillas. Un tipo de tumor maligno que necesitó de una intervención quirúrgica y varias sesiones de quimio.

El diagnóstico se dio casi por casualidad, dado que sentía una suerte de pinchazo en esa zona y nunca había tenido siquiera un golpe. El proceso le demandó ochos meses alejado de las canchas y rodeado de circunstancias complicadas. Sin embargo, 'Nachi' comienza a ver la luz.

Si bien es aventurado decir cuando podrá retornar a darle a la redonda, el fin de semana estuvo en el campo de juego del José Martín Olaeta. Fue aplaudido por el puñado de allegados presentes y hasta recibió una plaqueta de parte de la Agrupación 1912, socios y colaboradores de la institución deportiva.

Agrupacion 1912

En medio de esta grata noticia, los amigos de 'Nachi' también expresaron su alegría contenida y lo plasmaron en un emotivo texto que reproducimos a continuación:

Ya lo habíamos visto.

Desde las tribunas del estadio José Martín Olaeta, y también por internet. En Rosario, Pilar, Campana, Liniers, Muñiz, Haedo, Gerli, Valentín Alsina y José León Suárez. Peleando en las difíciles. Siempre, pero siempre, yendo al frente.

Esta vez no enfrentaba al 4 de Claypole, al 2 de Lugano, al 5 de Leandro Alem o al 6 de Puerto Nuevo. Tenía enfrente a un rival mucho más complicado.

Y no se jugó en una cancha, sino en hospitales. Los de negro, referís y jueces de línea, pasaron a vestir de blanco, médicos y enfermeros. Fernando volvió a ser arquero, y Mariana hizo más de defensora que de abogada, para bancar en las más difíciles. El resto, terminamos formando el equipo necesario para afrontar su partido más difícil. Que pasó a ser también el nuestro.

Y este camino fue una montaña rusa de emociones, que duró unos 8 meses. Desde aquel mazazo del jueves 8 de octubre del 2020, hasta los fuegos artificiales y el que-los-cumplas que-los-cumplas-feliz del 29 de noviembre. Cada pelada. Cada lágrima. Cada risa. Cada hora de operación ese 6 de enero. Cada asado que se pudo y cada uno que no se pudo comer. Cada noche de quinta. Cada mensaje. Cada quimioterapia. Cada pebete. Cada café en Benicio. Cada mosca. Cada abrazo.

Cada vez te vimos poner el pecho y animarte a enfrentar este puto cáncer.

Alguna vez... la vimos brava.

Pero lo que siempre supimos, era que este galgo se guardaba, una última gambeta