"2001: Una odisea del espacio" cumplió 57 años
En 1968, cuando se apagaron las luces, muy poca gente sabía lo que estaba a punto de ocurrir. Y, desde luego, no estaban preparados para lo que pasó. La película empezó casi a oscuras, mientras se oían los acordes de "Así habló Zaratustra", de Richard Strauss. El cine quedó deslumbrado por la luz, como si Kubrick hubiera rehecho el Génesis.
2001: Una odisea del espacio ha creado escuela. Se trata de una obra de extraordinaria imaginación que ha trascendido la historia del celuloide para convertirse en una suerte de fenómeno cultural. Y desde 1968, ha penetrado en la psique no sólo de otros cineastas, sino de la sociedad en general.
No es exagerado decir que 2001 reinventó por sí sola el género de la ciencia ficción. Los efectos visuales, la música y los temas del clásico de Stanley Kubrick dejaron una huella imborrable en la ciencia ficción posterior que aún hoy resulta evidente.
En ese momento, la edad de oro del cine de ciencia ficción había llegado a su fin. Durante su apogeo, hubo una considerable variedad de contenidos dentro del género, e incluso serios intentos de predecir los viajes espaciales. Con destino a la Luna, dirigida por Irving Pichel y producida por George Pal en 1950, y La conquista del espacio, de Byron Haskin, fantaseaban con viajes espaciales y, en la película de Haskin, incluso con una estación espacial, que Kubrick desarrollaría en 2001.
Kubrick había eliminado casi todos los elementos explicativos, dejando una película elusiva, ambigua y completamente confusa. Sus decisiones artísticas derivaron en largas escenas mudas, lo que contribuyó al fracaso crítico casi inmediato de la película, pero a su éxito final. 2001: Una odisea del espacio era prácticamente una película muda.
También fue un experimento de forma y contenido cinematográficos. Explotó la forma narrativa convencional, reestructurando las convenciones del drama en tres actos. La narración era lineal, pero de forma radical, abarcando eones y terminando en un reino atemporal, todo ello sin una partitura cinematográfica convencional. Kubrick utilizó música del siglo XIX y modernista, como Strauss entre otros grandes de la música.