Hubo tiempo en el cual Casilda se asombraba por dos casos sospechosos, se ponía paranoica por un estudiante foráneo que decían había eludido un retén y actuaba con sensatez al momento de evitar las conglomeraciones. Hubo un tiempo donde dolía despedir a seres queridos y no se le echaba la culpa a la angustia que provoca el "encierro". Hubo un tiempo que terminó y dio paso a una virulenta falta de consideración que nos está llevando puesto.

La única verdad es la realidad. Y el mapa epidemiológico de la ciudad es poco menos que triste. En medio de medidas laxas, mensajes poco claros y la promesa incumplida de la responsabilidad social, la localidad se amoldó a lo ocurre a nivel provincial y nacional. El viernes se sumó la víctima fatal número 50 con Covid-19. Un precio demasiado alto para un lugar en donde "todos se conocen". La tendencia no es alentadora.

Desde el 3 de octubre, se sucedieron una serie de decesos que quedaron en el olvido. Que sólo parecen importarles a los desbordados profesionales de la salud y a los familiares directos. Una tras otras fueron cayendo las malas noticias. Ya son 14 los fallecimientos contabilizados a partir de esa fecha. El 28% del total que tiene Casilda. ¿Cuántos más se necesitan para que aflore un hilo de luz de humanidad?

Los discursos repetidos, sin sustento, le ganaron a las recomendaciones de los expertos. Hoy el sistema de salud tira de un carro lleno de adoquines, intenta remontar un barrilete de cemento y empujar un camión con un escarbadientes. Todo eso a la vez.

Los partes que emite cada día el Hospital San Carlos se miran con desaliento desde hace tiempo por una parte de la población. Mientras que la otra prefiere mirar hacia el costado. De lo contrario, no se explica como en poco menos de tres meses 2 mil personas se contagiaron de Covid.

Hay errores de todas partes. Decisiones que no estuvieron a la altura de la circunstancias, pero no se pueden seguir ignorando los números que dejan a la cabecera de Departamento Caseros muy mal parada.

La pandemia modificó los hábitos que teníamos. Por más que muchos lo nieguen, no se puede seguir viviendo de la misma manera que lo hicimos hasta del 31 de diciembre de 2019. Esta situación nos obliga a preguntarnos todos los días cuanto tiempo hace que no hacemos tal cosa, que vamos a aquel lugar o que no visitamos a esa persona. A otros vecinos, ese tiempo se les acabó. Será nunca más.