La sala de conferencias de prensa del predio de la AFA en Ezeiza quedó chica. Cuando Jorge Luis Sampaoli levantó la vista lo primero que vio no fue al grupo de fotógrafos que se ubica en las primeras sillas, primero estaba su familia. Hijos, hermanos, sobrinos y hasta el nieto del Zurdo lo abrazaron en sus primeras horas con el buzo albiceleste puesto.

Afuera, estaban los suyos. Sus amigos, ex compañeros, jugadores de las primeras épocas y los hinchas de la etapa de entrenador. Todos con el escudo de Alumni en el pecho y la sangre roja y blanca en las venas. Como dice la bandera que llevaron hasta Buenos Aires; los mismos de siempre.

Sampaoli no quiso empezar la conferencia hasta que los alazanes que estaban en la puerta, no ingresen a la sala de espera de la recepción. "No los dejen afuera porque sino no arranco a hablar", fue la orden del casildense a los encargados de logística.

Cuando terminó la rueda de prensa, subió a su habitación y bajó de inmediato. Lo esperaban los otrora jugadores, dirigentes y hasta asistentes de sus primeros días como entrenador. Incluso había chicos qu nacieron con la camiseta de Alumni en la cuna y nunca vieron a Sampaoli en el banco de suplentes, pero lo cruzaron mil veces en el club y por eso lo admiran y recorrieron 400 kilómetros sólo para ir a saludarlo. Charló, bromeó, se sacó fotos con todos y atrás lo siguieron Jorge Desio y Sebastián Becaccece, su profe y ayudante de toda una vida.

Visiblemente emocionado, les agradeció a todos el haber estado junto a él durante tantos años y que se hayan tomado el trabajo de venir a saludarlo personalmente en su momento soñado. Entrada la noche, llamó por teléfono a sus más íntimos para repetirles las palabras.

"Acordate de donde saliste, porque ahí siempre se puede volver", dice Patricio Santos Fontantet, líder de Callejeros, la banda favorita del hoy seleccionador nacional. Por si alguno le quedaban dudas, en su hora mas gloriosa, Sampaoli les demostró a todos que se acuerda de los mismos de siempre.