El 25 de marzo del año pasado marcaba el primer signo de preocupación en la ciudadanía local en torno a la pandemia. En la primera semana de cuarentena estricta, el Comité de Epidemiología anunciaba que una persona que había sido hisopada por presentar fiebre y tos seca, daba positivo para Covid-19. Fue apenas el inicio de una cuenta que ronda los 3400 casos confirmados.

Se trataba de un paciente que habitualmente viajaba a la ciudad de Rosario por estar en tratamiento de diálisis. Y hasta el día de hoy se sospecha que su contagio pudo haberse producido en ese nosocomio. Lo cierto es que aquel hombre de 62 años fue dado de alta de su infección por coronavirus, aunque semanas más tarde se produjo su deceso por otra patología.

Más allá del final triste que tuvo la historia significó el alerta máxima para la cabecera del Departamento Caseros. En ese momento no se hablaba de vacunas y tampoco se discutía el barbijo. A nadie se la antojaba hacer fiestas clandestinas y se le tenía respeto extremo a los abuelos.

Todo eso se fue perdiendo con el tiempo. Casilda logró un hermetismo sostenido en el tiempo, pero la necesidad de abrir actividades económicas lo hizo caer en una cruel ruleta. 365 después, son más de 3340 los casos positivos que se han detectado. La infinita mayoría pudo recuperarse, algunos la pasaron mejor, otro peor. Pero son 84 los que quedaron en el camino.

El sentido de recordar la fecha no busca generar culpas en nadie, solamente saber que los ojos tienen que seguir abiertos. Mirar el pasado ayuda a corregir errores y evitar nuevas catástrofes. Demostremos que aprendimos algo.