Una joven casildense, estudiante de abogacía, fue víctima de un hecho repudiable cuando intentaba emprender el regreso a su hogar desde la terminal de Rosario. A pesar de tener un certificado de discapacidad en su poder, avalado por autoridades competentes, el chofer de un colectivo de la 33/9 y un inspector -cómplice- no la dejaron abordar el micro.

La chica en cuestión tiene 19 años de edad y posee una insuficiencia cardíaca que, afortunadamente, no le impide manejarse por sus propios medios. Incluso en este año, convenció a sus padres de iniciar una carrera en otra ciudad. Sin embargo, nadie podía imaginar lo que iba a suceder en las primeras semanas.

Desde que comenzó a tomar los colectivos de la mencionada empresa tuvo problemas con la misma persona. “Nunca tuvo inconvenientes con ningún otro conductor, sólo con este hombre. Pareciera que le molesta su presencia”, admitió Mariela, su madre, en diálogo con Radio Casilda.

En un primer término, la hacía a un lado de la fila y la subía en último lugar, solamente si sobraban lugares. Posteriormente, le argumentó que no podía viajar sola ya que su certificado requería la presencia de un acompañante. Algo absolutamente falso, ya que la CRNT admite que las personas con certificado de discapacidad puedan trasladarse solas, siempre y cuando sean mayores de edad y se sienten en condiciones de hacerlo.

Apelando a su ingenio, la joven pudo sortear esta traba varias veces gracias a la amabilidad de otros usuarios que, de forma voluntaria, se ofrecieron como su acompañante de turno. Pero todo se desmadró el jueves pasado en la terminal de ómnibus Mariano Moreno. Cuando intentó subir junto a otra mujer y el inspector que estaba en la escalinata le negó el paso porque consideró que no se conocían entre ellas. Para colmo, ese mismo sujeto, la observó de pies a cabeza y le dijo que no tenía ningún tipo de discapacidad. "La dejaron sin viajar. Había personas de Casilda que la conocían y trataron de explicar la situación. Pero no hubo caso. Al rato me envío audios llorando en donde me contó todo lo sucedió", narró su progenitora.

La historia prosiguió en la terminal de Casilda, puesto que Mariela se dirigió, muy enfurecida, a esperar el arribo del colectivero. Sin embargo, cuando descendió del vehículo tuvo una actitud más que discriminatoria. Pareció importarle poco lo que le decían y aseguró que no confiaba "ni en la piba, ni en la madre, ni en ningún carnet de discapacidad".

Más tarde, la joven dejó sentada la denuncia contra este hombre. Y desde la inspección aseguraron que habrá sanciones. 

Escucha la historia narrada por la madre: