De a poco se van conociendo los detalles del plan motosierra que implementará el presidente electo, Javier Milei, a partir del 11 de diciembre. Según adelantó el referente de La Libertad Avanza, en los próximos años “va a haber una estanflación” en el país.

“Va a haber una estanflación, porque cuando hagas el reordenamiento fiscal eso va a impactar negativamente en la actividad económica”, afirmó Milei este miércoles por la mañana tras retornar de su viaje por Estados Unidos. “Por eso digo que la única billetera que va a estar abierta es la de Capital Humano para dar contención a los caídos", agregó, en diálogo con La Red.

La estanflación es un concepto que surgió de la combinación de los términos “estancamiento” con “inflación”. Se utiliza para designar una situación económica en la que se da una alta inflación y un estancamiento de la economía, con tasas de crecimiento del PIB bajas o negativas.

“Van a buscar generar una recesión, desde el ajuste, para controlar los precios, pero hay un período donde eso no sucede, es decir, hay inflación y estancamiento al mismo tiempo”, explicó el economista Federico Fiscella.

“Una vez que lanzaste estas medidas económicas no sabés cuándo se termina el proceso de estancamiento, si la inflación no baja por distintos motivos, te quedás con la recesión con inflación, que es lo peor que hay”, señaló el columnista de Sí 98.9.

Tradicionalmente se consideraba que recesión (tasas de crecimiento negativo e incremento del desempleo) e inflación (alza de los precios) eran dos problemas incompatibles en la economía de un país. Sin embargo, con  el tiempo se vio que en ocasiones ambos problemas pueden coexistir, siendo una de las situaciones más difíciles de controlar.

En la Argentina, el primer año de estanflación nítida fue 1976, en el inicio de la dictadura de Jorge Rafael Videla, con un PBI que cayó 2% en medio de una inflación de más del 400%, aunque podría tomarse el antecedente de la segunda mitad del año anterior, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón, con la aplicación de lo que posteriormente se conoció como "rodrigazo" (por Celestino Rodrigo, ministro de Economía del 2 de junio al 17 de julio de ese año).

Las cifras de 1975 muestran una inflación del 182% y un PBI que no tuvo variación respecto del precedente, aunque con una caída en los últimos dos trimestres.

Para encontrar una inflación anual de tres dígitos anterior a esos años hay que remontarse al 113% de 1959, pero en ese caso no puede hablarse de estanflación ya que la economía estaba en crecimiento.

La combinación de inflación y estancamiento económico volvió a registrarse en 1978, 1981 y 1982, y dejó una situación preocupante para los gobiernos democráticos que se sucedieron a partir de 1983.

El Plan Austral de 1985 procuró ponerle fin a la continuidad del tándem, aunque no pudo evitar que ese año la inflación se ubicara en un 385% y la economía registrara un descenso del 7%.

El presidente Raúl Alfonsín y su ministro Juan Sourrouille debieron esperar al año siguiente para mostrar estadísticas mejores, en un alivio parcial que quedó trunco en 1988 (-2% de evolución del PBI y 387,7% de inflación) y se expresó con virulencia al año siguiente, con una hiperinflación de cuatro dígitos con una economía que tuvo una caída del 7%, performance que, con menor intensidad, se repitió en 1990, ya con Carlos Menem en la Casa Rosada.

La implementación en 1991 del régimen de Convertibilidad interrumpió por una década la continuidad de la estanflación, ya que si bien hubo años de caída de la actividad, esta vez fue la inflación la que estuvo ausente.

El dúo hizo su regreso en 2002, con el peor registro en lo que se refiere a la evolución del PBI (-10,9%) y una inflación del 40,9%, concentrada en los primeros meses del año.

Desde entonces, la coexistencia de las dos variables volvió a darse en 2009, 2012, 2014, 2016, 2018, 2019 y 2020, de lo que se desprende que la estanflación estuvo presente en la Argentina en por lo menos 16 de los últimos 48 años.