El gobernador Omar Perotti logró lo que quería. Aun sin poner a su candidato a la gobernación, ni siquiera la vicegobernadora en la fórmula, obtuvo el casillero que deseaba: la lista para encabezar Diputados a su gusto y competir para presidir la Cámara baja. La negociación hasta el límite del cierre de listas en un mano a mano clave con Marcelo Lewandowski, quien finalmente será candidato para sucederlo, la manejó como un tiempista.

El gobernador fue de manual, el perottista. Durmió la negociación toda la semana, la apagó el lunes, llevó a dónde quiso desde el día 1 a sus rivales internos y terminó arreglando con Lewandowski. El senador también logró lo que quería, se quedó con la fórmula entera y acomodó alguna ficha escasa en la lista.

Su idea es intentar ser competitivo y, si gana, plantarse como jefe político del PJ, ya no solo referencia del espacio santafesino. Si pierde no quedará en el llano en dos sentidos: mantendrá esa referencia en el PJ y su banca del Senado cuatro años más. Todo dependerá de la elección, pero no solo de él, sino también del propio Perotti: si preside Diputados será jefe de la oposición.

Desde su ambición personal terminó habilitando que el PJ tenga una ficha competitiva para jugar, aunque deberá pasar las PASO en la que espera el rossista Leandro Busatto, Eduardo Toniolli del Movimiento Evita y Marcos Cleri con el aval de Cristina Fernández.   

Lewandowski puede decir que no se escondió. Tendrá visibilidad de una campaña para no perder el ruedo, y empezar a jugar en la liga grande. Rosario quedó lejos en su aspiración. Además se lleva otra buena en toda esta novela: el massismo jugó para él. Ahora, la campaña y ver hasta que punto el PJ se muestra compacto y unido.