Mientras la Fiscalía de Casilda lleva adelante la investigación en una causa por apremios ilegales por presuntas agresiones de un grupo de policías a un joven de la ciudad, CasildaPlus.com dialogó con la víctima. Sebastián G. fue preciso: “A mí me salvó Dios. Él me ayudó. Sino, no la cuento”.

El joven, de unos 30 años, señaló que la agresión ocurrió la noche del miércoles cuando salió de la casa de su madre, en barrio Granaderos a Caballo: “Fui a comprarle cigarrillos a la vuelta. Hice casi dos cuadras y de repente apareció un patrullero con las luces totalmente apagadas y cuatro policías. Me empujaron y me metieron dentro: dos policías adelante, dos atrás y yo en el medio. Y arrancaron”.

Sebastián continuó con su relato: “Fuimos en el vehículo hasta un camino cercano al frigorífico, ahí me bajaron y me empezaron a golpear hasta romperme la boca. Mientras tanto me decían de todo. En total eran ocho policías porque se sumó otro patrullero con cuatro más. Después de algunos minutos me cargaron otra vez en el móvil y pensé que la pesadilla había terminado, que me iban a llevar al Comando, pero no fue así”.

El muchacho contó que luego de la primera golpiza sus captores “agarraron por la ruta 26 camino a Fuentes. Hicieron más o menos diez kilómetros y ahí me volvieron a bajar. Me dieron con todo: golpes de puño, patadas y con la cachiporra. A lo único que atiné siempre fue a taparme la cara. Me molieron a palos. Incluso tiraron unos ocho tiros al aire”.

El joven aseguró que en ningún momento le dijeron el motivo de la golpiza. “Yo reconozco que tengo antecedentes e incluso estuve preso años atrás, pero si ahora tienen pruebas de algo, que me las muestren y me lleven detenido. Pero no que me den semejante golpiza”.

Luego de los golpes recibidos en el camino a Fuentes, los policías lo abandonaron a la intemperie. "Me dolía todo el cuerpo. Casi no podía moverme. Como pude me puse de pie y empecé a caminar por el costado de la ruta. Pero cada vez que veía luces de frente me tiraba al pasto porque tenía miedo de que fueran ellos que volvieran para matarme”.

Como pudo llegó hasta la entrada de Casilda. “Me levantó un muchacho en un auto. Le pedí que me lleve hasta mi casa y me dejó a dos cuadras porque le dije mal la dirección, que por la golpiza no me acordaba bien cual era. Cuando estaba llegando salió mi mamá y empezó a retarme porque había pasado tanto tiempo sin volver, pero cuando me acerqué bien a la puerta y me vio casi se desmaya. No podía creer como estaba todo lleno de sangre. Me senté en una silla y me desvanecí”, recordó.

Luego fue llevado al hospital San Carlos, donde pasó dos noches. Allí lo encontró la policía y realizó la denuncia, tal como lo relató este viernes la fiscal Marianela Luna en diálogo con Radio Casilda.

Sebastián presenta hematomas en todo el cuerpo, cortes en la boca, la nariz quebrada, el ojo derecho con un fuerte golpe, entre otras heridas. Permanece en la casa de su madre y concurre a control médico para atender las lastimaduras. “Pensé que me mataban. Estoy vivo de milagro”, cerró.