A comienzos de la semana, una joven oriunda de Arequito relató los hechos de abuso sexual a los cuales fue sometida durante su viaje de estudios. La valentía de Débora levantó mucho respaldo de quienes comprendieron la situación y de otras víctimas que sufrieron acciones similares y aún prefieren callar. Sin embargo, también hubo internautas que dejaron opiniones poco oportunas desde la comodidad de estar detrás de un teclado.

La misma chica que realizó la denuncia penal en Rosario, dio a conocer y capturó una serie de comentarios totalmente agresivos y sin escrúpulos. La mayoría de ellos, intentaban minimizar el hecho que contó, le recriminaban el tiempo de pasó como un atenuante ante algo tan atroz y hasta la juzgaban por su militancia feminista. 

"Hago este descargo con un dolor desgarrador en el alma. Sé que a los malos comentarios no hay que darle importancia, pero duelen, atrasan y sobre todo, son responsables de que la víctima no pueda hablar", argumentó con razón la joven abusada en el sur de nuestro país. Más adelante pidió que se termine con juzgamiento y que no quiere vivir más en una "sociedad involucionada.

Más allá de los miles de mensajes que seguramente recibió en apoyo y comprensión, lo cierto es que las "opiniones" de este público vuelven a dejar de manifiesto la cultural del odio y la falta de práctica empática que rige en las redes sociales. Que no es más que un recorte del mundo que habitamos.

En medio del dolor que atraviesa una persona a la cual le vulneraron su cuerpo contra su propia voluntad, todavía hay otras que no solamente no suman, sino que además restan.