Sonia Sánchez es una sobreviviente de la trata de personas con fines de explotación sexual y, además, una luchadora incansable por los derechos de las mujeres y por la abolición de la prostitución. El miércoles 24 de marzo se comunicó con El equipo de la mañana de Radio Casilda y mantuvo una charla impactante, reveladora y necesaria. 

“Yo no elegí viajar a la ciudad de Buenos Aires, eligió la pobreza, eligió el hambre, la falta de educación. Es decir, decidieron mis gobernantes, a través de la violación de mis derechos a que yo fuera una mujer migrante”, comenzó. “Yo quería ayudar, yo quería comer todos los días con mis hermanas, pero no había trabajo en el Chaco como tampoco lo hay ahora, entonces la opción era viajar, migrar a las grandes ciudades”.

“Cuando vine a la ciudad de Buenos aires trabajé como empleada doméstica cama adentro (…) como veía que me pagaban muy poco pedí un aumento y no me quisieron dar entonces me fui. A los 15 días tenían otra chica de mi misma edad y ahí comencé a vivir otra realidad”.

Quedó en la calle con solo un vestido y una cartera con su documento. Vivió varios meses en Plaza Once y dormía en el tren Sarmiento. “Aprendí a revolver la basura para comer, se me cortó la menstruación y vivía mugrienta, sucia. Aun así no sabía lo que era la prostitución”.

Hasta que un día se acercó a las mujeres que veía diariamente en la plaza y una de ellas, al verla sucia, le dio dinero para que comprara shampoo y le aconsejó que se bañara. Al regresar, Sonia le preguntó “¿Y ahora qué hago?” y la respuesta que obtuvo, dice, le enseñó para toda la vida, la lleva tatuada en la memoria: “Nada, los hombres van a hacer todo”. Así entró la prostitución en la vida de Sonia y sería su realidad durante seis años.

Su vida transcurría entre días en la calle y 21 días de detención dado que, en su caso, la policía no tenía un proxeneta al cual cobrarle una coima. Estuvo meses así hasta que un día intentó cambiar de vida. Compró el diario y vio un anuncio en donde pedían camarera en Río Gallegos en el cual ofrecían un buen pago, llamó y se fue.

Una vez en Santa Cruz, la llevaron a los prostíbulos de “Tarantini” (apodado así por su parecido físico con el jugador de fútbol) “Allí las 24hs había varones prostituyentesAllí estábamos 10 mujeres de mi misma edad de diferentes provincias. No salíamos a la calle, nos descontaban la comida, los artículos de limpieza, solo nos sacaban en coche para hacernos la libreta sanitaria”. Y agregó: "Estuve allí 6 meses, no recuerdo cómo escapé".

Luego de todo esto, Sonia supo convertir el dolor en lucha y se tranformó en una activista dentro del feminismo que busca abolir completamente la prostitución.

"El feminismo me enseñó la libertad y el abolicionismo me enseñó lo que es la hermandad entre mujeres". 

Durante la entrevista, Sonia Sánchez sostuvo que existe una gran lucha desde el proxenetismo para regular la prostitución como trabajo. "Y no vienen por mí, yo ya no soy negocio para las y los proxenetas, ya no soy negocio como mujer adulta. Son nuestras hijas, nuestras nietas y nuestras bisnietas las putas del futuro del sindicato de trabajadoras sexuales”, afirmó. 

“Hoy las putas son las hijas de los otros, pero vienen por tu hija, por tu nieta y tu bisnieta". Y continuó: “¿Qué vas a hacer cuando esto se regule como trabajo? ¿Qué vas a hacer vos cuando agarren a tu hija? Porque lo primero que va a hacer el traficante de persona es llevarla a AMMAR para sindicalizarla como trabajadora sexual autónoma y libre y te la va a parar en la puerta de tu casa". "Y cuando quieras denunciar se te van a cagar de risa, porque tu hija va a estar sindicalizada como trabajadora sexual entonces nadie va a ir preso, ningún proxeneta va a ir detenido”, explicó.

Después hizo fuerte hincapié en el grooming como el método de coptación de menores para la explotación sexual que se implementa actualmente y que ha duplicado sus casos en el último año de pandemia. Además de estar atentos y atentas al uso de las nuevas tecnologías, destacó que debemos estar atentos al lenguaje, a las palabras que utilizamos para decir, para nombrar, para legitimar. 

"Yo no digo que sin cliente no hay trata. Cuando le decimos cliente a un torturador prostituyente lo estamos sacando del lugar de violencia que produce y lo ponemos en un lugar legitimado. Y le estamos diciendo que esa mujer vende algo cuando, en realidad, cuando estás siendo prostituida no eres dueña de tu cuerpo, ni dueña de tu decir, ni de tu decidir”.

Y cerró: “El varón que va de putas no compra nada, y la puta no vende nada porque nada le pertenece”.

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