El 10 de mayo del año 2015 no fue un día más en la localidad santafesina de Rufino y, sobre todo, en la vida de los familiares y amigos de Chiara Paez, una joven de 14 años que faltaba de su hogar desde el día anterior y que fue hallada asesinada y enterrada en el patio de la casa de su novio, Manuel Mansilla. 

Este femicidio desató una conmoción en toda la sociedad argentina. Con el paso de las horas y la confirmación de nuevos datos como su reciente embarazo y sobre cómo su femicida la mató a golpes aparentemente por ese motivo, cientos y miles de mujeres comenzaron a expresar en redes sociales que era momento de "alzar la voz" frente a esta problemática. 

Así, con empatía y organización, nació el Ni una menos. El movimiento nacional de mujeres que cada 3 de junio marcha en las calles de todo el país exigiendo que se creen políticas públicas y se tomen medidas para terminar con este flagelo que prácticamente se cobra la vida de una mujer por día en nuestro país, así como en toda latinoamérica.

Chiara no fue la primera y lamentablemente no fue la última. Muchísimas mujeres han tenido el mismo destino. Destino orquestado por femicidas, hijos sanos del patriarcado que gozan de la protección de los medios, de la justicia y de una sociedad que decide pensar que son casos aislados, temas que ocurren entre cuatro paredes que no se pueden cruzar.

Es momento de romper esas paredes, de dinamitar la casa que protege a los femicidas y mantiene cautivas a las mujeres, víctimas de violencia, de miedo y de la complicidad cobarde de los que eligen mirar para otro lado.