Carla Deiana tiene 36 años. Es socióloga, profesora, forma parte del Partido Obrero y al momento de publicar de esta nota, a dos días del cierre de listas en la provincia, es la única precandidata a gobernadora por el Frente de Izquierda de los Trabajadores. La militante dialogó con Rosarioplus.com y expuso el programa que su partido propone en caso de llegar al gobierno. Habló también de la rebeldía y la necesidad de que la bronca tome el camino de un gobierno obrero y no fascista. “Se nos quiere ridiculizar y minimizar, pero después, cuando uno ve el trato tan despótico y tan cruel que tienen contra los luchadores populares, evidentemente nos toman en serio”, aseguró.

- ¿Cómo vivís la precandidatura al gobierno de la provincia? 

- Es de mucha responsabilidad, porque la situación es catastrófica, con una economía en bancarrota, un cuadro de copamiento del narcotráfico en Rosario y de gran crisis ambiental. Todo el tiempo tenemos malas noticias. Son situaciones verdaderamente dramáticas. Por eso el desafío es muy importante, y más porque representamos a un sector muy concreto de la población, que es la población trabajadora, la más explotada, la que más está sufriendo esta crisis. Lo asumimos con mucha seriedad por esa representación de intereses. No somos gente improvisada que no sabe qué hacer frente a estos problemas. El desafío es reunir la fuerza social para imponer nuestro programa frente a intereses enormemente más poderosos que los nuestros. Así que con seriedad y responsabilidad, y con mucha certeza de que lo nuestro es lo correcto.  

- Son los últimos días de cara al cierre de listas. ¿Cómo ves el escenario político que se está armando y qué rol juega el Partido Obrero en ese escenario que se está armando?

- Creo que en Santa Fe hay una gran aridez. Una ve… nada. Por un lado está este Frente que incluye al Partido Socialista, el PRO, los pastores evangélicos, entre tantos más. Es un rejunte sin principios para garantizarse cargos en el Estado. Lo único que se ve ahí es el carrerismo de funcionarios que toda su vida han vivido del Estado y se han unido para hacer un zarpazo sin ningún programa de salida. Carolina Losada representa a Vicentín, fue la gran defensora de ese grupo corrupto y estafador que dejó un montonazo de obreros en la calle. Ni siquiera viven en Santa Fe y se jacta de eso. Es una persona mediática, sin programa. El otro es Maximiliano Pullaro, que habla de seguridad en Capital Federal cuando acá fue ministro de Seguridad y fracasó completamente, además de estar acusado por proteger a Alejandro Druetta, un hombre de Drogas Peligrosas condenado por proteger el narcotráfico. El posible recambio de este gobierno que fracasó, la verdad es que es el tren fantasma. No hay nada para rescatar ahí.

- ¿Y cómo ves al oficialismo?

- Del campo del oficialismo florecen las candidaturas pero no hay ningún tipo de balance serio del fracaso completo de Perotti. Hace unos días escuchaba a (el diputado nacional) Roberto Mirabella hablar de los intereses de Santa Fe, diciendo que nos iba a defender de Buenos Aires. Pero la provincia está en manos de Cargill, de Dreyfus, de la Aceitera General Deheza, de los Vicentín, de los ganaderos que quemaron todas las islas del Delta. Con lo cual Mirabella va a Buenos Aires a decir que va a defender Santa Fe del centralismo unitario, pero han entregado Santa Fe a los pulpos imperialistas que se quedan con Santa Fe y Argentina. Es un ridículo. Entonces, desde los dos campos más importantes vemos una gran crisis, una gran disgregación que tiene que ver con el fracaso de los últimos 40 años de gobierno que se expresa también a nivel nacional. Cristina Kirchner se baja de su candidatura, Mauricio Macri se baja de su candidatura, cada uno lo presenta de diferentes maneras pero para nosotros en realidad es el reconocimiento de que hay un pueblo repodrido y que no los van a votar. Esos renunciamientos en realidad son anticipos de que no tienen un recambio. Una lee que el Frente de Todos está discutiendo si hay paso o no hay paso y tenemos 104% de inflación y una descomposición social muy grande. Rosario es la expresión extrema de algo que recorre todo el país. Están discutiendo la tajada del jamón y el pueblo se está muriendo de hambre. Creo que la población va a ir a votar completamente desencantada y está el riesgo de que voté a los sectores faschistas. La gente se vuelca con esa bronca por derecha. El desafío que tenemos desde la izquierda, del Partido Obrero, el Frente de Izquierda es cómo canalizar por izquierda esa rebeldía y esa bronca. Para nosotros esta campaña tiene mucho que ver con, frente a la aridez y la de alternativa, ir a discutir con la población que nosotros tenemos un programa de salida. Hay una crisis profunda, va a haber que afectar intereses y eso requiere una movilización, una lucha y un esfuerzo organizativo de parte de los laburantes. Si siguen gobernando los que gobernaron siempre, los resultados van a tender no a ser los mismos, a ser peores.

- ¿Qué análisis haces de la interna entre Juan Monteverde y Roberto Sukerman? 

- Desde nuestra perspectiva no es algo nuevo. Frente a las grandes crisis, hay dos fenómenos: crecen las expresiones fascistas, reaccionarias, y crece una gran presión del régimen de los partidos del sistema sobre los partidos de izquierda para construir Frentes Populares. Ciudad Futura se presentó diciendo que es la nueva política, que era una verdadera alternativa, que iba a estar por fuera de las estructuras tradicionales e inclusive criticando a la izquierda trosca como nosotros, y terminó en la interna del Partido Justicialista. Se hacen abstracciones de los balances concretos de los procesos políticos y entonces parece que todo es borrón y cuenta nueva.  Pero no es verdad. En el medio hubo una cantidad de víctimas de este ajuste y nosotros entendemos que la población tiene que ser muy clara en sus balances. Hay otro frente de esas mismas características, el Frente por la Soberanía que reúne a Carlos Del Frade y Rubén Giustiniani, a Libres del Sur. Es también un frente de centro izquierda que quiere presentarse como por fuera, pero que en realidad son fragmentos de todos los partidos que gobernaron. Esos frentes no van para ningún lado. Sólo ayudan a obstaculizar que avance la izquierda, que avancen los sectores que realmente queremos transformar la sociedad.

- En un gobierno del Partido Obrero, ¿dónde va a estar el foco de las políticas más importantes? 

- En el campo de los trabajadores. La primera medida tendría que ser aumentar salarios y jubilaciones. Eso es urgente. ¿Cómo lo haces? Hay que afectar intereses capitalistas, que el capitalista ganes menos y el obrero gane más, porque es el que produce la riqueza. No es viable un país en el que el dato más sobresaliente es que el trabajador registrado es pobre. Hay que tomar medidas más de fondo, ¿no? Una es la ruptura con el pacto con el FMI, no pagaríamos esa deuda usuraria, ilegítima fraudulenta. Con ese ahorro desarrollaríamos la industria, la obra pública, el trabajo productivo. Habría que establecer una banca estatal única y también el comercio exterior. Acá en Santa Fe, iríamos por la estatización de los puertos.  La prioridad sería el desarrollo de la Argentina a partir de recuperar la soberanía y el ahorro nacional, porque la burguesía de nuestro país se lo ha fugado todo. Estamos siendo víctimas del saqueo, viste, como la canción de Hermética. De nuestra parte, tenemos ese programa alternativo. Es una cuestión de conciencia, ¿no? Ganar esa subjetividad, la necesidad de tomar decisiones de fondo. Nuestro planteo no es estatista, sino que es de un gobierno de los trabajadores. Y en un gobierno obrero, tomar medidas de transformación social.

- A veces las consignas del Partido Obrero, o el programa del trotskismo, parecen muy marginales, o extremas, utópicas. Y a la vez es una denuncia contundente. ¿Qué pensás de esa crítica que le hacen?

- Creo que la crítica aplica en la medida que no hemos reunido un movimiento popular que luche con las banderas del socialismo. Cuando eso suceda, será diferente. Creo que ahora nuestra crítica es vivida como una amenaza. Este año tuvimos cuatro compañeros detenidos y estamos todavía peleando por la absolución de dos detenidos en las manifestaciones contra la reforma jubilatoria de Macri. El sistema se quiere burlar de nosotros pero sabe que somos una fuerza seria y honesta, no transamos. Y en Argentina ese es un valor grande. La manera de deslegitimación es criminalizándonos, convirtiéndonos en el chivo expiatorio. Se nos quiere ridiculizar y minimizar, pero después, cuando uno ve el trato tan despótico y tan cruel que tienen contra los luchadores populares, evidentemente nos toman en serio. Y nos tienen miedo, bastante miedo.