Con respecto a la pandemia, España nos adelantó en la linea de tiempo. En estos momentos están midiendo una nueva relación estadística. Al pasar por el pico de la curva se encuentran ya en condiciones de medir como influye la movilidad de las personas -celeste- en la velocidad de contagio y fallecidos naranja-.

Este dato es claro y es de suma utilidad para pensar nuestra realidad. Se hace evidente que el regreso a la normalidad está sujeto al índice pintado en celeste. Todo retorno a la producción debe hacerse con sumo cuidado, pensando cada detalle y progresivamente para evitar errores que suba la velocidad de contagio y se repita una cuarentena estricta. La cual volvería a anular la posibilidad de trabajar.

Las decisiones locales, individuales, improvisadas o caprichosas nos llevarían otra vez el punto cero. El daño económico de soltar sería irreparable o reparable en muchos años. Una salida controlada nos pondría mas rápido en algo cercano a una normalidad productiva. Una salida coordinada desde la centralidad legal y sanitaria desde Nación es la única forma.

El asunto debería ser fácil de comprender para dirigentes y personas. Sin embargo la urgencia cancela la sensatez, los arrebatos individuales, y las arengas para resolver por uno mismo son intensas. Algunos intendentes de la Provincia en vez de sostener el esfuerzo colectivo incitan a su pueblo con una demagogia perversa a soltar su economía sin responder a un plan estratégico. Colocando en peligro a todo el territorio santafesino. Que por otra parte está reduciendo de manera significativa los contagios.

De todas maneras hay un gran tema a resolver: la carga de la cuarentena no está repartida de manera equitativa. Es deber del Estado distribuirla mejor y hacer que aquellos que pudieron conservar sus ingresos y, en muchos casos aumentarlos exponencialmente, pongan algo de si.

Otro debate con estas nuevas estadistas queda cancelado.