Este lunes en la ciudad sucedió algo que no debería ser noticia en absoluto. Pero llegada la noche muchas personas comenzaron a compartir imágenes de una situación de índole privado que se difundió tan rápido, que en cuestiones de minutos, había llegado a otras localidades, sin tener real dimensión del daño que la viralización llega a causar.

En un momento donde la tecnología es la base de casi todo lo que se hace, es muy difícil poder 'zafar' de ella, pero esta vez, -en realidad todas las veces-, hay que apretar el freno, mirarse al espejo y preguntarse si realmente lo que estamos haciendo, está bien o es necesario.

No es una cuestión de delito o no delito, es una cuestión de ética, de poder entender la situación por la que está pasando otra persona, otro par. Imaginemos por un segundo estar en un quirófano, totalmente sedado, sin entender lo que pase por fuera de nosotros. Y saber que ante esa debilidad, alguien se encarga de tomar una fotografía, - que puede ser parte de su labor-, pero... ¿por qué se difunde?¿con qué intención?

Es increíble que las situaciones privadas de otros nos importen tanto como para compartirlas, y tan poco como para pensar en las consecuencias que genera su exposición.

Desde CasildaPlus.com nos comunicamos con Sebastián Ciribeni, psicólogo de la ciudad, para comprender como impacta la difusión de cuestiones personales, en el propio paciente. "Por un lado se puede hablar de la falta de ética de quien tomó la fotografía y después del morbo de la gente", comenzó diciendo.

"Es siniestro porque hay un sujeto padeciente, que está sufriendo y se lo toma como objeto, se lo revictimiza, expone y estigmatiza", manifestó. 

Entre sus palabra sumó también que "las redes sociales son una carnicería mediática", uno de los puntos negativos con los que se debe lidiar hoy en día.

Es mentira pensar que fue la primera vez, no estamos exentos como sociedad a estas horribles decisiones, constantemente nos enteramos de lo que hace el prójimo por fotos, imágenes, 'memes' o vídeos que no deberían salir a la luz. ¿Con qué finalidad? No podemos cambiar el mundo, pero al menos mejorar el sentimiento del que vive a pocos metros de casa, que comparte ciudad conmigo y que en ocasiones la está pasando muy mal.