Luego de varias idas y vueltas, la familia de Celeste Fernández puede respirar con liviandad. Quien había sido adjudicataria del cupo por discapacidad motriz en el último sorteos de viviendas de la Provincia, pudo resolver el conflicto que se suscitó cuando presentó los papeles de control. Pese a que un primer momento le negaron la posibilidad, los representantes de la Secretaría del Hábitat reconocieron una equivocación.

La semana anterior se había producido un primer encuentro entre ambas partes, en el cual la jueza escuchó ambas campanas y pidió una decodificación del certificado de discapacidad de Maia, la pequeña hija de Celeste, que posee una deformidad congénita en una de sus manos. Los funcionarios provinciales se negaban a otorgar la vivienda aduciendo que no entraba en el rango establecido por que la casa estaba adaptada para una persona con sillas de ruedas.

Finalmente, en la audiencia se celebró en la mañana de lunes, los abogados del Gobierno de Santa Fe aflojaron y aceptaron que la razón la tenía la familia. De esta manera, el último hogar del módulo ubicado en el barrio Nueva Roma B, le pertenecerá a quien salió sorteada como titular.

Restan definir algunos detalles respecto del pago de honorarios de los apoderados legales intervinientes en la mediación. Puesto que, según lo hicieron saber sus mismos protagonistas, ese monto podría recaer sobre la parte que realizó la protesta formal. Igualmente, la historia más feliz será que cuando se entreguen las llaves, quizás en noviembre, una de ellas estará en manos de los Fernández.